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miércoles, 7 de diciembre de 2011

MANUAL DE LA SIESTA


Siempre me han interesado mucho las culturas ancestrales y las costumbres primitivas, así que me emociono sin remedio cuando me paro a pensar que yo misma soy heredera de uno de los rituales más emblemáticos del ser humano del sur de España: la siesta.

A mí me importa un carajo que a los andaluces nos llamen flojos, no sé cómo no se le cae la cara de vergüenza al que nos dice eso mientras una estalactita le pende de las narices. A ver si tiene lo que se necesita para desplazar su cuerpo a alguna parte a las 3 de la tarde con 40ºC. Es muy fácil criticar cuando no se tiene ni idea de lo que es un viento solar. Pero bueno, que digan lo que quieran, yo vengo a hacer apología de la siesta.

En el lugar donde vivo ahora la situación térmica es más o menos la misma, yo diría que incluso peor debido a la humedad, y como me suelo levantar a trabajar a las 5.30 am (que es cuando amanece), a la 1 pm (hora del almuerzo) ya estoy dando las boqueadas y el sopor me invade. Por eso todos los días procuro perpetrar una siesta al más puro estilo sevillano, resistiéndome así a que la tradición muera y realizando una inestimable contribución a la perpetuación de mi sagrada cultura.

Mi siesta consiste en un ritual minuciosamente planificado que describiré a continuación, por si otras personas se deciden a abrazar esta sana costumbre aborigen:

- FASE PREPARATORIA: Antes de una buena siesta es imprescindible un buen almuerzo. En realidad no importa qué se coma, solo que esté rico y aporte una profunda sensación de pesadez. Para ahorrar tiempo sin perderse nada, es aconsejable servir el plato justo cuando están empezando los informativos (así la primera mitad de las noticias las ves comiendo y tienes muchas posibilidades de ver toda la segunda mitad tirada en la cama, si es que la consciencia te dura media hora más). De todo ello se deduce que para que una siesta sea absolutamente placentera es indispensable un televisor en el cuarto.

- FASE HORIZONTAL CONSCIENTE: Es crucial para alcanzar un excelente resultado final. Se puede ingresar a esta fase solo si se han atesorado con anterioridad  los siguientes dispositivos: mando de la tele, mando del aire acondicionado, paquete de tabaco, mechero, cenicero, móvil y botellita de agua. Ambos mandos deben estar sobre la cama, junto a nosotros o sobre nosotros (si nos descuidamos más tarde seguramente estarán debajo de nosotros). El paquete de tabaco, el mechero y el cenicero deben estar en principio sobre la zona abdominal , y el móvil (que servirá únicamente como reloj y/o despertador, porque ningún adepto a la siesta se junta con gente a la que se le ocurra llamarlo a esa hora) y la botellita de agua sobre la mesilla. Algo que también es muy aconsejable en esta fase y en las siguientes es tener un gato a un lado, sobre todo si no suelta mucho pelo.
Inicialmente se debe regular bien la temperatura del aire y bajar un poco el volumen de la tele, previniendo futuras interrupciones del sueño. Fumar un cigarrito es muy relajante, pero ojo, no se duerma antes de pasar a la mesilla por lo menos el cenicero. Aleje el mando del aire acondicionado unos 20 cm (se lo puede clavar por cualquier sitio) y beba un buen sorbo de agua después del cigarro, es muy sano. Una vez seguidos todos los pasos anteriores, usted está ya a punto de caramelo: póngase de lado, aférrese al mando de la tele, pegue el gato a su cuerpo y si tiene gafas y no ve de lejos sin ellas, pero quiere seguir disfrutando de las noticias, no se moleste en sacárselas: aunque parezca mentira usted podrá dormir 2 horas con ellas puestas sin romperlas ni fracturarse la nariz o las orejas, y si no usted mismo las pondrá en la mesilla sin saber ni cómo. Justo en este punto es cuando usted empezará a sentirse flotar, confundirá el sueño con la realidad y el run-run de la tele emitirá unas vibraciones tan relajantes que lo conducirán directamente a la desconexión total.

- FASE HORIZONTAL INCONSCIENTE: En esta fase usted muy probablemente trasladará a su mundo onírico todo lo que lo jode en su mundo físico. En sus sueños verá, oirá y hasta olerá a todo aquel que le amarga la vida habitualmente. Pero esto no ocurre siempre: hay casos excepcionales en los que algunas personas ha experimentado agradables sensaciones, han vivido aventuras trepidantes o incluso han tenido sueños eróticos con sus jefes o vecinos. No tema, su experiencia puede ser maravillosa. Durante este misterioso viaje es muy común que las bragas (o calzoncillos) se le metan por la raja del culo: no se preocupe. También es común babear la almohada y mojarse todo el cachete. Si usted está con el gato no tenga miedo, es increíble pero nunca muere aplastado.

- FASE DE RESOLUCIÓN: Este es el momento en que, ya sea por el despertador del móvil o por su reloj biológico, usted vuelve al mundo físico. En este punto sentirá un agradable frescor en su cara: es saliva. Límpiese, no pasa nada. Volverá a ser consciente del run-run de la tele y se dará cuenta de que su siesta ha durado dos programas. Verá al gato vivo a su lado. Y sentirá que no hay nada peor que la  verticalidad, sobre todo porque le espera otra tarde de trabajo. Cuando se mire al espejo, verá en su cara las inconfundibles marcas del siestero de pro: los bordados de la colcha, las arrugas de la sábana y con suerte, los botones del mando a distancia, le pondrán su inequívoco sello a esta experiencia.

Las marcas que lo definen como practicante de la siesta solo duran unos minutos. Por tanto, si usted quiere que el sello de su cultura no desaparezca, duerma todos los días la siesta y procure recibir visitas justo cuando se levante, para así reivindicar con orgullo su sana costumbre aborigen.

lunes, 5 de diciembre de 2011

COSAS QUE NADIE ME DIJO


Reactivo mi desconcertante blog en este momento de suprema inspiración inspirada (la ocasión es tan sublime que la redundancia se justifica) por los acontecimientos que me rodean últimamente (no sé si eso de rodear es suficiente, creo que la palabra “atacar” es mucho más adecuada).
Me estoy dando cuenta que hay un montón de cosas que nadie me dijo y que alguien debería haberme mencionado aunque fuera una sola vez, sobre todo cuando mi cerebro aún se encontraba en proceso de expansión y era posible introducirle un poco de relleno extra para que se quedara ahí metido a presión y no hubiera un dios que lo sacara. Por desgracia las fontanelas hace un buen rato que se me cerraron y ahora me toca joderme.
Por ejemplo, a mí nadie me dijo que eso de “hablando se entiende la gente” es bastante dudoso, porque hablando la gente también se insulta y se jode mutuamente más de lo que lo haría si mantuviese el pico cerrado. Tampoco me dijo nadie que eso de “todo tiene solución menos la muerte” es una gilipollez suprema, porque hay miles de cosas que tampoco tienen solución sin necesidad de estirar la pata.
En el colegio y en la universidad me tenían ya hasta las trancas de tanto escuchar sobre la evolución, pero nadie se atrevió a hablarme abiertamente y con propiedad sobre la evidente involución del cromosoma Y (cosa que me vi obligada a deducir al descubrir su escaso contenido en genes).  También me llenaron la cabeza hablándome de la igualdad entre sexos cuando yo no creo parecerme ni siquiera un poco a ningún hombre que haya tenido un centímetro de intimidad conmigo (los que se parecen a mi son gays, o están casados, o son mis amigos, o las tres cosas a la vez o dos de ellas, y es impensable que esos sean biológicamente hombres, son solo supra-hombres, aberraciones de la naturaleza que por desgracia nunca te caen en lo alto como lo hace una caca de paloma en el momento menos pensado).
Pero es que hay muchas más cosas que nadie me dijo y que yo debería haber sabido, como que en boca cerrada pueden entrar moscas por la nariz, por las orejas y hasta por el culo, que muerto el perro resucita y te jode la vida aún con más rabia, que en casa del herrero solo hay hierro, que cuanto más llores menos mamas, que más vale cientos de pájaros volando que uno cagándote en la mano, que si tienes que prevenir es que nada se puede curar, que no sirve para nada lo que requiere el uso de la maña o de la fuerza y que ni dios los cría ni ellos consiguen juntarse.
Pues yo reprocho a mis padres, a mis profesores y a todas esas personas que tenían la capacidad y obligación de decirme con tiempo estas cosas, por no habérmelas dicho. Pero como de vez en cuando tengo la extraña costumbre de pensar (siempre y cuando no tenga nada mejor que hacer), las he descubierto. Espero que no sea tarde, porque es mentira eso de que nunca es tarde si la dicha es buena. La dicha es de verdad buena cuando llega en el momento exacto en que la necesitas.

lunes, 15 de agosto de 2011

RETRATO DE UNA BANDADA DE BUITRES



Te voy a contar una cosa
Asquerosa y no es de coña:
Como los buitres se lanzan
A devorar la carroña.
Nosotros somos carroña,
Gente indefensa y honesta,
Los buitres son la poli,
Una escoria que apesta.
Cuando roban en tu casa
Te tienes que tragar dos robos:
El de los putos ladrones
Y el que te hacen estos pollos.
No interesan las huellas
Del ladrón en el espejo
Ni los genes del mojón
Que te ha dejado en el suelo.
No hacen fotos, no graban,
Ni toman huellas tampoco,
Vienen a pasear
haciendo bolas de mocos.
Y siguen haciendo bolas
Y rascándose la picha
Mientras no les des 100 pesos
Para que sigan las pistas.
Porque dicen que no tienen
Más que sus honorarios
Si quieres justicia ya sabes,
Impuesto revolucionario.
Aunque en este país el racismo
Es un delito penado
Si eres moreno y de pueblo
Te tratan como a un marrano.
Y para obligarte a que des
Aún más plata por abajo
Te amenazan finamente
Con mandarte ya al carajo.
Y esto lo hacen diciendo
Que si no apoyas su causa
Tu declaración muta o se esfuma
Como por arte de magia.
El problema de esta escoria
Sucia, asquerosa y lerda
Es creer que todo el mundo
Traga con esta mierda.
Estas ratas de cloaca
Que dicen defender al pueblo
Son ladrones de primera
Corruptos hasta los huevos.
Por eso este pobre país
Es rehén de la inmundicia,
Porque triunfa lo ilegal,
El abuso y la injusticia.
Me pregunto yo hasta cuando
Esta ley de la selva
Y cómo podremos salir
De esta soberana mierda.
Como detalle importante
Quiero preguntar algo:
¿Hasta cuándo aguantaremos
Obedientes y callados?.
Dedicado a cierto sector de la policía de este país, hasta el momento en que alguien me demuestre que me equivoco y se haga justicia.

viernes, 20 de mayo de 2011

LIMPIAR LA MUGRE

He hecho un sondeo profundo y he descubierto que muchas mujeres, cuando tienen problemas de pareja, se obsesionan por la limpieza. Es como si ese instinto freganchino,  oculto de forma consciente o inconsciente, emergiera de forma violenta cual grano purulento, tornándose incontrolable.

Me he preguntado, observándome atentamente y escuchando a mi legión de amigas frustradas e insatisfechas, por qué nos da por ahí. Y profundizando más allá de aquello de “es para intentar no pensar”, he llegado a algunas conclusiones reveladoras con las que creo muchas estarán de acuerdo. Y son las siguientes:

- Cuando decides a sacar las telarañas de todos los rincones de la casa, ya sean interiores o exteriores, es porque has decidido, de manera aparentemente irrevocable, recuperar tu yo original y genuino,  y has resuelto apartar de tu vida todo aquello que lo opaca y distorsiona. Cuando pasas el cepillo por aquellos lugares de difícil acceso, fantaseas con eliminar de tu vida esas cosas que soportas sin aún atreverte a creer que eres tú quien las permite. Cuando al fin la telaraña ha quedado adherida al cepillo y las arañas han huido despavoridas en busca de otro rincón, te regodeas al observar aquella esquina impoluta, despejada, como era el día que la conociste.

- Cuando te animas a coger la lija y eliminar con ella esas manchas difíciles, de cemento y pintura, a las que nunca prestaste atención anteriormente, es porque definitivamente te estás concienciando de lo graves que son algunas cosas que antes quisiste justificar. Pasas la lija por ellas compulsivamente y te felicitas cuando las ves desaparecer. Y entonces te preguntas por qué más allá de la limpieza casera no es tan sencillo eliminar esos pegotes inmundos que se interponen entre tu visión de la vida y tú.

- Cuando decides asir la escoba de manera enérgica y decidida, con el fin de eliminar las pelusas, la arena y las virutas dispersas por el suelo de tu casa, te sientes poderosa porque te ves a ti misma barriendo de tu vida ese montón de mierda con la que han traicionado tu confianza. Buscas lo inservible en los lugares más recónditos, en las esquinas olvidadas, en los rincones relegados. Retiras muebles, mueves cosas. Cada pelusa es una cabronada, cada bola de pelo es una putada, cada escombrillo es una decepción, cada grano de arroz reseco es una sorpresa desagradable. 

-Una vez barrido a fondo el inmueble, pasas a dar uso a la fregona. Es entonces cuando decides dar una capa de lustre a tu vida y te aventuras a impregnarla de un aroma a lavanda que opaque el hedor a rancio y a mediocre. En ese momento, hundes tu fregona en el espumoso y fragante líquido, la escurres enérgicamente haciéndote la ilusión de que se trata de su neurona, y pasas el práctico artilugio –invento español, por cierto- por todas las superficies pisables de tu casa. Instantáneamente te preguntas por qué no resulta así de fácil borrar el tufillo a decepción y desánimo, pero de todas formas continúas decidida a disfrutar de ese mágico momento en el que los aires de tu casa parecen cambiar.

En resumen, mi estudio profundo, basado en la auto-observación y en el análisis de testimonios de mujeres que han experimentado la misma compulsión, arroja como resultado que el complejo proceso de limpieza es utilizado frecuentemente como un ensayo de aquello que quisiera hacerse en la vida real, pero que muchas veces no se hace.

Aunque esta interiorización del proceso higiénico doméstico no suele dar frutos en lo afectivo, hay que reconocer que podría ser de gran utilidad a la hora de tomar decisiones, y que si nos equivocamos es seguramente porque no sabemos, o no queremos, hacer una lectura adecuada del mismo.

De todas formas…¡qué limpia que está mi casa!.



viernes, 8 de abril de 2011

TODA LA VERDAD SOBRE EL HUEVO


Una mañana de sol,
De un día cualquiera de otoño
Vi a mi gata pachucha
Y enseguida dije “¡coño!”.

Metí a la gata en la jaula,
Cogí el bolso y las llaves,
Salí corriendo de casa
Y esperé el micro en la calle.

Subí volando al cacharro
Y dentro estaba un amigo
Que preguntó con interés
Que le ocurría al felino.

Le expliqué con pormenores
El estado de mi gata
Dando tumbos por el barrio
Dentro de aquella lata.

Cerca de mi destino
Le digo al chofer que pare
Cojo la jaula y entonces
Siento algo frío en mis carnes.

Miro mi cacha y veo
Algo espeso y blanquecino
Mientras grito resignada
¡Se ha meado el felino!.

Escurriendo liquidillo
Me bajé medio frustrada
Mientras cuatro pasajeros
Me lanzaban feas miradas.

Cuando al fin pisé la calle
Miré bien aquella cosa.
Su color y su textura
La hacían muy sospechosa.

Al pasarle el dedo a aquello
Y ver de dónde escurría
Me dí cuenta que mi gata
No ostentaba la autoría.

La autoría era de un huevo
Que estaba dentro del bolso.
Como no estaba cocido,
El cabrón se había roto.

Con mi clara y con mi yema
Ya camino del suelo
Entré a la veterinaria
Pidiendo socorro y consuelo.

¡¡Ya, por favor, rápido,
Denme papel y agua
Que tengo un huevo escurriendo
Por mi pierna y por la jaula!!.

De inmediato el personal
Se puso en máxima alerta
Mientras mi huevo escurría
Sobre el parqué de la puerta.

Aquellas veterinarias
Se mostraron eficientes,
Aunque el huevo y yo causamos
Pánico en los clientes.

Al final salí muy limpia
Y ostentando un nuevo emblema:
Pon los huevos en su sitio
O tendrás graves problemas.

lunes, 7 de marzo de 2011

UN DÍA DE PARO

Transporte alternativo para días de paro

Es desestresante y bucólico vivir allá donde las vacas pastan y las gallinas no conocen corral, pero la vida se torna aún más trepidante cuando los micros deciden entrar en paro indefinido. Esto significa que si quieres salir de tu mundo paleolítico para ir a la ciudad, debes pagar 30 veces más por un taxi o realizar extrañas maniobras, y a veces hasta contorsiones, para trasladarte.
Días atrás tenía la esperanza de que el paro se levantara, y esperé pacientemente al viernes para poder cobrar mis honorarios, que estaban en la empresa hacía días. Llegó el viernes y nada se solucionó, así que tomé la heroica decisión de sacar pecho y entregarme a la aventura de llegar al centro de la ciudad por un módico precio, es decir, obviando la existencia de los taxis.
Pues bueno, me voy caminando a una calle a  dos cuadras de casa, por donde supuestamente pasa un trufi que va a La Ramada. Un trufi es un coche con recorrido fijo que va recogiendo pasajeros hasta llenarse, y cobra prácticamente lo mismo por persona que un micro. Esos trufis van al centro, hasta el mayor mercado de abasto, que se llama La Ramada. Andaba yo por la calle haciéndome la que no esperaba ni trufi ni nada…y el trufi no pasaba. En la esquina había unos motoqueros, es decir unos moto-taxistas, pero a no ser por causas de fuerza mayor, no vuelvo a subirme en uno de esos cacharros, porque esos tíos corren que da  miedo y un día uno casi me dejó tirada cual pelusa en un badén, así que nada.
Viendo que no había el dichoso trufi, y ante mi negativa a morir tan joven despeñada de un moto-taxi, decidí que lo más inteligente y económico era andar los 2 kilómetros que separan mi casa de la avenida para allí ver en qué podía acercarme al centro. Eran las 9 de la mañana y el calor, que empezaba a ser asfixiante, empezó a aniquilar mi rico olorcillo a recién duchada, y como encima he engordado, empecé a escocerme. Tratando de no perder mi rictus de “me gusta andar largas distancias”, seguí con paso firme, mirando de vez en cuando para atrás por si por casualidad venía un trufi. Y al borde de la tortícolis llegué a la avenida.
En la avenida había cantidad de desgraciados como yo, que o no podían o no querían pagar un pastón por un taxi….cuando….de repente, se acerca un micro de esos interprovinciales, de los que vienen de un pueblo que se llama El Torno, y que también van hasta el centro. Le levanto la mano y para. Yo me las prometía muy felices, pensando que había merecido la pena la escocedura. Entro y estaba repletito, el chofer me cobra 50 centavos más de lo normal, pero bueno, con este caos qué más da. Y de repente, el tío me dice que va hasta el km 6, no hasta el centro, así que hice el amago de que me devolviera la plata. Sin embargo, él me explicó que como los micreros en huelga boicotean, apedrean o pinchan las ruedas a los que no acatan, no se puede acercar al centro, por lo que nos dejará 2 km más allá, donde por el mismo precio haremos trasbordo a uno de esos camioncitos que sirven para llevar cerdos y otro tipo de animales o cosas no humanas – camioncitos sin techo ni nada- .
Yo me juré que no iría nunca en uno de esos, que son los que están solucionando a mucha gente la vida en estos tiempos de huelga, pero me di cuenta que si quería ir barato a cobrar a la empresa, tendría que ir como un cochino ahí encima. Pues bien, llegamos al km 6, y le informan al chofer que no está nuestro trasbordo. Tras unos minutos de deliberaciones, el chofer, que era un encanto, decidió arriesgar su vida y su micro y acercarnos hasta un poco antes del centro, pero eso sí, nos pidió camuflaje absoluto. Como sus cristales eran tintados, nos pidió cerrarlos todos para que no nos vieran desde fuera. Y todos, orgullosos de la heroicidad del chofer, le hicimos caso…merecía la pena con tal de llegar al centro. Y allí estábamos, apretados y sudorosos, en esa lata cerrada herméticamente, por supuesto sin aire acondicionado, haciendo bromas acerca de si nos lincharían a todos. De vez en cuando alguno abría un poquito su ventana para que corriera el aire, porque la cosa estaba como para quedarse tieso ahí mismo.
Por fin llegamos al lugar, el chofer eligió una calle un poco apartada y nos pidió que saliéramos rápido para que no nos vieran. Yo me sentía como una criminal escapando de la cárcel, realmente fueron muy notables la emoción y la intriga que viví en la flota camuflada.
Una vez en la calle, miré hacia atrás varias veces por si estaban ya linchando al chofer o por si me seguían a mí para ajusticiarme, y al no ver ningún movimiento sospechoso me puse en la acera a ver en qué me iba a algún punto cercano a la empresa. Pasaban un montón de trufis legales llenos, y también ilegales, es decir, un montón de tíos hizo su agosto poniéndole un letrero a su cristal diciendo que era trufi y llevando gente. Tras quedarme paralizada por algunos minutos, vi un falso trufi,  con su letrero de hoja de cuaderno,  que tenía espacio y lo llamé. Cuando me monto resulta que el conductor era un niño de unos 18 años, melenudo y desgreñado, con una camiseta creo que de AC/DC. Detrás había un pasajero leyendo el periódico que se veía muy tranquilo, así que pensé que quizás no me secuestrarían. Al fin llegamos a donde quería y me bajé. Después anduve unos 10 minutos hasta la empresa porque no me daba la gana de gastar más de 4 pesos, cuando siempre iba por 1,50. Así que me deleité viendo los jardines de los vecinos y observando a la gente que paseaba.
Al fin llegué, cobré mi dinero, y cuando vi tantos billetes decidí llamar un radio taxi para volver, que me costó casi 10 veces más que el anterior viaje. Le pedí que me dejara en el mercadito del kilómetro 6 para hacer unas compritas, y después me planté en la avenida para ver si pillaba un trufi hasta casa. Se me pusieron al lado dos niñitos que me conocían por lo visto, eran de mi barrio y estaban esperando el trufi también. Como nunca pasó, llamé otro radio taxi y de paso los dejé en su casa. La niñita, que era mayor que su hermano, me quiso pagar, pero le dije que guardara sus monedas para comprar globitos para carnaval, siempre y cuando le dijera a sus amigos que yo era su coleguita y cuando me viera pasar les dijera que no me tiraran globazos a mí. El trato quedó hecho, y llegué hasta mi casa.
Estamos a lunes y sigo recluida, no he salido ni a la tienda de la esquina. Y sigue el paro de micros. Vamos a ver cómo me las arreglo para ir a trabajar cuando me toque ir.

sábado, 5 de marzo de 2011

EL CARNAVAL EN SANTA CRUZ

La mojazón
Reina del carnaval


Mi perro Keiko, atacado por los carnavaleros

Llegó una de las épocas del año que más detesto desde que vivo aquí: el carnaval. No quiero herir la sensibilidad de algunos adeptos al carnaval cruceño, pero me parece de lo más simple. Y encima atenta contra la integridad física, que es lo que más me asusta. En realidad le tengo miedo.
Algunos por aquí dicen que el carnaval es la máxima expresión de la identidad cruceña, y yo me pregunto si infravaloran tanto su cultura como para considerar esto el culmen de su idiosincrasia.
Hoy es el famoso sábado del corso, es decir del desfile de carros alegóricos, reinas, ballets y comparsas. Para mí, una de las pocas cosas rescatables son los ballets, que de todas formas suelen vestir aberraciones de los trajes típicos, como los de mujer – tipois- que son originalmente de algodón y anchos, pero que aquí los usan en tejidos sintéticos de brillo delator, con pinzas, volantes sesgados y longitudes ínfimas. Y supuestamente están mostrando la cultura originaria del lugar. Pero no importa, en este pueblo hay que darle a todo un toque “fashion”, aunque desvirtúe la tradición. También son rescatables algunos carros, y los trajes de algunas reinas. Pero aparte de eso, lo que se ve en un corso son comparseros cerveza en mano, bastante pasaditos de copas, que pasean, saltan y beben mientras la gente que está en las tarimas los miran. No le veo nada de cultural.
Bueno, esto no es lo peor, lo peor es la borrachera y la “cochinera” que siguen al corso, es decir, los tres días de “mojazón”. Esto consiste básicamente en una colosal reunión de personas, más que nada jóvenes, que ocupan toda una calle del centro de la ciudad -la Ballivián-. La gracia del asunto es estar bruto de borracho, manchado de pintura, mojado y aputarrado. Como la cosa es peliaguda, la gente que va allá utiliza algunas estrategias para que el daño no sea tan grave, como por ejemplo usar ropa vieja y casacas,  hacerse trenzas en el pelo – para que la mierda no penetre mucho- o cubrirse el mismo con pañuelos. Y es que la pintura que utilizan es difícil de sacar. Algunos se sienten orgullosos de volver al trabajo, después de carnaval, cubiertos de manchas moradas y de otros atractivos colores, ya que es señal de que “carnavalearon”.  Obviamente también utilizan compuestos más inocuos, como el H2O y espumas suaves. Pero el caso es que el más guay es el que esté más asqueroso y más mojado, y para algunos, el más chuli es el que quedó más ebrio. Además es una tradición sagrada pintar las fachadas de todas las casas y comercios que hay en los alrededores, obligando a sus propietarios a invertir en pintura para que vuelvan a verse decentes. Los más previsores  forran sus fachadas con hule para evitar la hecatombe. Pero por supuesto, todo ello constituye la máxima expresión  cultural de Santa Cruz.
Este espectacular movimiento cultural se ve magnificado en los barrios, fuera del centro, donde hordas de niños enloquecidos se divierten lanzando “vejigazos” a los transeúntes, es decir, tirándoles globitos llenos de agua o pintura. No importa si tienes gafas o si sales muy limpita de casa, la gracia del asunto es joder al que pase en una especie de “terrorismo callejero” que según algunos es altamente cultural. No es raro que los vándalos rompan los cristales de algunos micros o coches gracias al impacto de sus globos malditos, pero si sales atrás de los niños y les das un buen sopapo seguramente la Unidad de Protección al Menor te dirá que eres un maltratador infantil – y no los padres de los terroristas, que no los controlan-. Es peor si llueve, ya que una de las grandes diversiones de los niños en los barrios es ensañarse con algunos, tirándolos a los charcos llenos de barro y revolcándolos. Y además no respetan ni a los perros. Esto lo digo porque hace dos años mi perro Keiko se fue a pasear por el barrio y volvió todo acochinado y manchado de pintura, pintura que tardó al menos una semana en salir. Pero a quién le importa: es cultura. Algunas de las medidas anti-culturales tomadas por ciertas personas incultas son salir con ropa vieja de casa o directamente aprovisionarse de víveres y no salir - como hago yo-. Los dueños de micros y algunos coches suelen embadurnar los mismos con grasa para que la pintura que les lanzan los antisociales no se pegue.
En fin, esto es lo que algunos eruditos dicen que es “la máxima expresión de la cultura cruceña”. A mí que no me jodan. Parece mentira que teniendo semejante historia, folclore, gastronomía y un largo etcétera, se sientan orgullosos de este despelote. Siento mucho ser intransigente en esto- especialmente para los que creen que esta marabunta es material de exportación-, pero nadie en su sano juicio va a pagar un dineral en venir de otro país para ver gente borracha y manchada de pintura. Hay algunos carros alegóricos bonitos, pero nada que supere en lo más mínimo a otros carnavales que a los potenciales turistas les pille más cerca. Por eso el carnaval de Santa Cruz no es un destino turístico pero el de Oruro sí. Porque el de Oruro sí es una obra de arte, porque sus bailes, sus vestimentas y su simbología sí muestran al visitante tradición y personalidad. Pero borrachos y tías mostrando cachas hay en todos lados. Para que de verdad merezca la pena gastar el dinero en llegar hasta Santa Cruz para ver su carnaval, hay que ir a las provincias, donde las costumbres más o menos se conservan. A ninguna persona que yo aprecie le aconsejaría que venga a ver todo esto, porque no merece la pena en absoluto. Santa Cruz tiene miles de cosas que sí son dignas de ver y ésta, en mi opinión, no está a la altura de ninguna de ellas.
Siento haber herido susceptibilidades con esta crítica pero no tengo tiempo de preocuparme de ello porque estoy viendo en la tele la entrada del carnaval de Oruro, “Obra maestra del patrimonio oral e intangible de la humanidad”. Una de esas muchas cosas maravillosas que tiene Bolivia y que sí son de exportación.