Una mañana de sol,
De un día cualquiera de otoño
Vi a mi gata pachucha
Y enseguida dije “¡coño!”.
Metí a la gata en la jaula,
Cogí el bolso y las llaves,
Salí corriendo de casa
Y esperé el micro en la calle.
Subí volando al cacharro
Y dentro estaba un amigo
Que preguntó con interés
Que le ocurría al felino.
Le expliqué con pormenores
El estado de mi gata
Dando tumbos por el barrio
Dentro de aquella lata.
Cerca de mi destino
Le digo al chofer que pare
Cojo la jaula y entonces
Siento algo frío en mis carnes.
Miro mi cacha y veo
Algo espeso y blanquecino
Mientras grito resignada
¡Se ha meado el felino!.
Escurriendo liquidillo
Me bajé medio frustrada
Mientras cuatro pasajeros
Me lanzaban feas miradas.
Cuando al fin pisé la calle
Miré bien aquella cosa.
Su color y su textura
La hacían muy sospechosa.
Al pasarle el dedo a aquello
Y ver de dónde escurría
Me dí cuenta que mi gata
No ostentaba la autoría.
La autoría era de un huevo
Que estaba dentro del bolso.
Como no estaba cocido,
El cabrón se había roto.
Con mi clara y con mi yema
Ya camino del suelo
Entré a la veterinaria
Pidiendo socorro y consuelo.
¡¡Ya, por favor, rápido,
Denme papel y agua
Que tengo un huevo escurriendo
Por mi pierna y por la jaula!!.
De inmediato el personal
Se puso en máxima alerta
Mientras mi huevo escurría
Sobre el parqué de la puerta.
Aquellas veterinarias
Se mostraron eficientes,
Aunque el huevo y yo causamos
Pánico en los clientes.
Al final salí muy limpia
Y ostentando un nuevo emblema:
Pon los huevos en su sitio
O tendrás graves problemas.