Estos días ando muy cabizbaja, como esperando una hecatombe. Resulta que eché mi currículum para conseguir un puesto de trabajo que me encanta, y encima me preseleccionaron. En estos días me dirán si lo logré o no. Y durante esta tensa espera, se me pasan por la cabeza mil razones para no querer que me den el puesto y poder seguir inmersa en mi mundo de reclusión aquí donde las vacas pastan. Me gustaría comentar algunas de esas razones de peso:
1) Si te quedas en casa, puedes ver los programas mañaneros
¡Sí!. Si no tienes que salir a trabajar, puedes cambiar frenéticamente de canal hasta eso de las 12 de la mañana y siempre encuentras algo de provecho. Mientras los otros sufren en los atascos y luego en sus trabajos soportando jefes prepotentes y compañeros cotillas, tú te haces un café con total parsimonia y te chupas todas las noticias sensacionalistas tanto del ámbito político como social, mientras te deleitas con concursos de imitadoras de Shakira, te dan consejos sobre cómo eliminar el exceso de sudoración y te presentan cualquier tema que evite que tu mente se ejercite demasiado y llegue a cansarse.
2) Si te quedas en casa, no tienes que depilarte
Así es. La vida casera produce una profunda distorsión de algunos sentidos, o mejor dicho una adaptación de ciertos receptores sensoriales, como los de la retina, que ya no perciben con nitidez ciertas frondosidades corporales. Esto te permite centrar tu atención en cosas mucho más interesantes, como, por ejemplo, las mencionadas en el punto 1. Además, siempre es más sano y natural dar rienda suelta a todo aquello que la evolución y los genes nos han brindado.
3) Si no sales, no ensucias ropa
Ésta es sin duda una gran ventaja, sobre todo cuando no tienes lavadora. Hay que tener en cuenta que el calor húmedo provoca que huelas a tigre y de paso también tu ropa, lo cual hace casi indispensable lavar la misma aunque sólo te la hayas puesto una vez. Puedes evitar fácilmente todos esos problemas quedándote en casa, con el mismo trapito 3 días seguidos y a los 3 días tienes una modesta colada de tan sólo un vestido de andar por casa y tres bragas, lo cual es manejable y muy cómodo.
4) Si no sales, puedes dar rienda suelta a tus michelines
En casa no tienes la necesidad de andar disimulando tus mantecas ni tratar de meter barriga según en qué posturas. Puedes permitirte el lujo de desparramarte sobre la cama, el sofá o la silla sin miedo a las críticas. Además, sigues cebando tu envoltorio adiposo que, en tiempos de sur -que son terribles- constituye la capa aislante básica para crisis térmicas.
5) Si permaneces en casa, vigilas a tus animales
Es la solución perfecta para evitar sorpresas desagradables como encontrarte al volver varios hoyos de medio metro de profundidad que ha excavado tu perro, jodiendo así tu adorado césped. Estando en casa, puedes echar un vistazo por las ventanas de vez en cuando y si ves al perro en posición sospechosa, le pegas un alarido o lo amenazas con objetos lacerantes. Además, vigilas a los gatos para que no destruyan tus muchas plantas en formación y no hurguen las bolsas de basura que llevan una semana esperando que pase el camión, evitando así el molesto esparcimiento de tus inmundicias.
La verdad es que en estos días podría conseguir un interesante trabajo en una interesante institución, consiguiendo así ganar más dinero, ejercitar mi cuerpo y mi mente y adquirir más cultura y contactos sociales. Sin embargo no se puede negar que las cinco razones expuestas más arriba tienen suficiente peso como para que me sea imposible entrar en depresión si hay alguien, que según otros alguien, es más adecuado que yo para ocupar ese puesto. Yo podré seguir permitiéndome todos estos lujos y él no. Pero eso sí: si me llaman, me depilo inmediatamente.
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