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sábado, 22 de enero de 2011

COSAS QUE JODEN PERO QUE TIENEN SU ENCANTO


Aquí hay cantidades inusitadas de cosas que me joden sin remedio. De todas formas, hay que reconocer que en el fondo me encanta verme un poco jodida. El caso, que me gustaría hacer una pequeña lista de esas cosas que me ponen frenética pero que parecen de difícil solución en este recóndito lugar. Ahí va:
- Me jode que cuando hace mucho calor y llega la hora de volver del trabajo (que es más o menos la misma para casi todo el mundo) las bombas de la cooperativa de agua no sean capaces de llevar ésta a mi casa con la presión suficiente como para poderme duchar. Me jode ver caer 3 míseras gotas del pinganillo, llamarlos y que me digan que “es que mucha gente está ocupando el agua al mismo tiempo, va a disculpar, espere nomás un rato”. Como si fuera culpa de la gente por ducharse a la misma hora. Me jode especialmente cuando huelo a tigre, lo cual no es infrecuente. Me jode y me jode.
- Me jode que cuando voy a comprar un cartón de tabaco a un lugar donde no me conocen, cuando les pregunto el precio me miren detenidamente balbuceado “Hummmm…”, para acto seguido darme un precio sensiblemente superior al normal. Por supuesto mando al responsable del hecho a cierta parte y me resigno a seguir buscando el precio justo y al final lo encuentro. Pero me jode.
- Me jode que al lado de mi casa haya un granero al aire libre, gracias al cual existe en el área una enorme colonia de palomas ávidas de maíz, que a su vez ha atraído a una colonia, no menos numerosa, de niños desaprensivos que en lugar de hacer los deberes o estudiar se dedican a matar palomas con tirachinas. No sólo es grave la mortandad de palomas que provocan, sino la posible mortandad de mamíferos domésticos y seres humanos que puede tener lugar en mi patio, ya que algunas de las piedras y frutos lanzados logran ingresar a gran velocidad en mis dominios. Me jode.
- Me jode que un gran porcentaje de la población tire vasos, bolsas de plástico y otros desde las ventanillas del autobús o del coche. Prefiero que escupan - cosa que tampoco es infrecuente- porque la saliva es biodegradable.  Me jode cuando vuelvo a casa encontrar por el camino todo tipo de desperdicios, y que las bolsas arrastradas por el viento lleguen hasta mi patio emulando la famosa escena de American Beauty. Me jode.
- Me jode que el tío del granero tenga unos cuatro gansos sueltos. Me dan miedo los gansos, son muy agresivos. Les temo cuando paso cerca de ellos y abren el pico emitiendo un sonido amenazante. Me jode tener que apretar el culo y apartarme temblando mientras trato de aparentar que los gansos no me intimidan. Me jode.
- Me jode lavar a mano un montón de ropa bajo un cielo cristalino para que sin que me dé tiempo a pestañear y sin que nadie avise, el cielo se vuelva negro y caiga un diluvio terrorífico que echará por tierra mis aspiraciones de rápido secado. Me jode especialmente cuando lo que tengo colgado es una ristra de bragas. Pero aunque no sean bragas, me jode.
- Me jode que cuando estoy en el éxtasis de mi desempeño culinario, la llama del fogón de vaya extinguiendo, haciéndome ver que se acabó el gas. Me pone aún más frenética el hecho de no saber quitarle el tubo a la bombona vieja y en consecuencia no ser capaz de ponérselo tampoco a la nueva. Pero cuando eso ocurre con Urbano en casa, lo que más, más nos jode, es ir a la tienda de la esquina con la bombona en carretilla y que la tienda no tenga gas. Esto jode, sobre todo, cuando vives en un país productor de gas y te preguntas de qué te sirve.
- Me jode que la gente esté acostumbrada a llegar tarde a todos sitios y que hasta cuando hay una boda o un cursillo, las personas prefieran siempre llegar como mínimo una hora tarde porque alegremente presuponen que han citado con anticipación. Lo peor es que si llegas puntual ni los organizadores están. Eso sí que jode.
- Me jode la tranquilidad de los perros autóctonos. En España cuando ven un coche, se apartan. Aquí siguen sentados en medio de la calle hasta que las ruedas les rozan un pelo, de tal manera que cuando vas en automóvil por el barrio llevas el corazón en un puño porque crees que te estás llevando por delante a los perros de todos los vecinos. Hasta que, cuando ya lo creías imposible, ves los perros emerger de los laterales del auto sin que aparentemente exhiban un solo rastro de sangre ni les cuelguen las tripas. Bien por ellos, pero sí que jode.
- Me jode que en las fiestas de barrio la música se ponga tan alta que los objetos de cristal casi alcancen su punto de rotura y que se considere una delicia pasar dichas reuniones lúdicas gritando como cochinos sin conseguir, ni aún así, entenderse. Si lo pensamos bien, estas fiestas constituyen una excelente ocasión para insultar a las personas que te caen mal sin necesidad de hacerlo a su espalda. En este sentido resultan muy gratificantes, pero por lo demás, jode.
- Me joden muy especialmente los piropos locales. Los más odiados por mi son “Hola bebé” y “Hola mi amor”, por ese orden. Aparentemente son saludos, pero en realidad son piropos encubiertos, que no resultarían tan desagradables si no fuera por la mirada lasciva y la actitud depredadora de quienes los dicen. Y lo más sorprendente es que graznando de esa manera se sienten convencidos de que te encanta y de que su hombría te impresiona. Es decadente…y jode.
Esta es una pequeña muestra de las cosas que me joden, pero que tienen su encanto. Son situaciones cotidianas, que ya casi me pasan desapercibidas, pero que merece que les dé su importancia porque, en el fondo, forman parte de ese ambiente en el que me muevo y constituyen pequeños inconvenientes que ya considero parte de mi vida.

2 comentarios:

  1. Yo, como emigrante con fronteras también,me joden infinidad de cosas en el pais vecino del nuestro materno....
    Besos Cerro, y como todo lo que has dicho no va a cambiar....resignación!!!

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  2. Tienes toda la razón, por eso hay que tratar de buscarle su encanto!.

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